Don Jorge Alessandri R y la CMPC
Jorge Alessandri, Presidente de la Compañía: 1938-1958
Aunque tras la muerte del fundador Luis Matte Larraín, lo había sucedido su gran amigo Eduardo Morel, con el tiempo se produjo un vacío de poder que sólo podía ser llenado por una personalidad fuerte como la de Jorge Alessandri, quien abrazó su causa con renovado entusiasmo y volcó en ella sus mejores energías de buen administrador y eficiente empresario. La Papelera fue su compañía regalona, "la niña de sus ojos", que no abandonó hasta su muerte.
Mientras Alessandri asumía la presidencia de CMPC, al terminar 1938, en momentos en que la Compañía enfrentaba serias dificultades económicas, a la cabeza del Frente Popular, llegaba a la Moneda, Pedro Aguirre Cerda.
El sector industrial, en extremo exiguo hasta 1939, tuvo un crecimiento notable en los años siguientes, al punto de que para 1950, el país había recuperado -e incluso superado en algunos casos- los índices macroeconómicos históricos que la crisis del 29 derrumbó.
Jorge Alessandri fue activo partícipe de los acontecimientos que agitaban al país. Fue Ministro de Hacienda de González Videla, entre 1947 y 1950, hasta que renunció por divergencias con el Presidente. Cuando llegó en 1958 a la Primera Magistratura, su meta era desarrollar una gestión pública marcada por el orden y la eficiencia.
La huella de Alessandri es difícil de dimensionar. Puso toda su inteligencia, experiencia profesional y constancia al servicio de la empresa; cuidó de sus detalles y la hizo crecer sostenidamente. Durante su gestión, CMPC se convirtió en un gran complejo industrial. Esa fue su etapa netamente ejecutiva; después de su paso por la Presidencia de la República, volvió a asumir la presidencia del directorio, esta vez preocupado de los lineamientos generales, como él mismo recalcaba. Llama la atención que luego de haber ocupado el máximo cargo de una nación, a los 68 años, decidiera reincorporarse a CMPC.
Muchos lo tildan de visionario. Entre ellos, su más estrecho colaborador, Ernesto Ayala. "Tenía una condición muy especial para proyectarse hacia el futuro, dilucidaba bien lo que iba a pasar. Ubicaba al poco rato cuál era la situación. Era muy buen estratega -aunque entonces no se usaba esa palabra- pero manejó muy bien la Compañía e hizo movidas vitales para su crecimiento a futuro. Era un hombre que tenía la seriedad como norma intransable, incapaz de hacer ninguna cosa si no era exacta, de lógica secuencial".Era también muy previsor, como lo demuestran sus ideas para sobrellevar los contratiempos económicos derivados de la Segunda Guerra Mundial. Recién llegado a la empresa, estalló el conflicto. CMPC se abastecía en un 50% de materia prima sueca y finlandesa, que luego de la invasión a Noruega no pudo seguir llegando. Así, hubo que buscar celulosa en Estados Unidos y Canadá. Además, ésta se encareció y hubo dificultades para importar papel. Ante esta realidad, optó por el alza moderada de los precios del papel y el restablecimiento del "trabajo de los días domingo", para incrementar la producción. Las medidas fueron exitosas, pero lo más importante fue la lección: desde ese momento había que proveerse adecuadamente de materia prima, es decir, tener stocks para enfrentar las crisis.
En el plano forestal, ya en 1940, La Papelera había dado un paso importante al adquirir el predio Los Pinares, cerca de Concepción, con una de las reservas más importantes de pino insigne de la región.
En 1942 se llegó a un acuerdo con los accionistas de la Compañía Chilena de Celulosa y Papel S.A. para adquirir esa sociedad, en manos de capitales valdivianos, lo que implicaba incorporar a CMPC instalaciones en la ciudad sureña que registraban serios atrasos en su puesta en marcha por no entrega de equipos importados. Ese año la Compañía, con sus 9 máquinas papeleras, abastecía prácticamente la totalidad del mercado interno de los papeles de impresión y envolver. Además, proporcionaba a los diarios, parte importante del que usaban en sus ediciones.
Un balance de 1947, señala que esta empresa que nació a la vida industrial con un capital de $900 mil contaba ya con un capital suscrito de $165 millones. Con todas las modernizaciones, se había llegado a una producción de 35 mil toneladas anuales de papel, que se esperaban mejorar con la instalación de la nueva máquina 10, la cual -se calculaba- iba a producir más o menos 15 toneladas diarias de papel.
A comienzos de 1951, CMPC tomó la decisión de construir una fábrica de celulosa (con una capacidad de 90 a 100 toneladas diarias) y otra de papel de diario, de 44 mil toneladas. De inmediato se inició la búsqueda de terrenos y muy luego, los trabajos preliminares en San Pedro (Concepción) y Laja.
Cuando Alessandri dejó la Presidencia de la Papelera para asumir la Primera Magistratura, en septiembre de 1958, la Compañía era 4,3 veces más grande que en 1938; el número de accionistas había aumentado en el mismo período de 500 a 16 mil personas; la capacidad de producción creció, sumando papel y fibras, de 60 mil a 275 mil toneladas anuales; la productividad mejoró de 17 a 43 toneladas por hombre al año y la empresa había logrado abastecerse por completo de materias primas puramente nacionales. Para entonces, el personal de la Compañía –obreros y empleados- era de 5.105 trabajadores, de los cuales 2.407 laboraba en plantas de operación. La empresa tenía construidas 1.013 habitaciones: una casa por cada 3.2 personas, proporción muy favorable por tratarse de plantas en centros poblados.
Pero sin lugar a dudas, el mayor aporte de Alessandri a la Compañía fue la habilitación de las dos fábricas del Sur -Laja y Bío Bío-, que generaron divisas por US$15 millones al año y constituyeron en su momento, una de las más grandes inversiones industriales emprendidas por capitales chilenos sin aportes estatales. Desde entonces se dio "el gran salto" que consolidó a CMPC como una de las mayores empresas del país. Para mayor información y fotos ver:
http://www.cmpc.cl/esp/nuestra_com/historia_p2.htm
Don Jorge Alessandri y la CMPC , Rodrigo González Fernández . consultajuridica.blogspot.com
Aunque tras la muerte del fundador Luis Matte Larraín, lo había sucedido su gran amigo Eduardo Morel, con el tiempo se produjo un vacío de poder que sólo podía ser llenado por una personalidad fuerte como la de Jorge Alessandri, quien abrazó su causa con renovado entusiasmo y volcó en ella sus mejores energías de buen administrador y eficiente empresario. La Papelera fue su compañía regalona, "la niña de sus ojos", que no abandonó hasta su muerte.
Mientras Alessandri asumía la presidencia de CMPC, al terminar 1938, en momentos en que la Compañía enfrentaba serias dificultades económicas, a la cabeza del Frente Popular, llegaba a la Moneda, Pedro Aguirre Cerda.
El sector industrial, en extremo exiguo hasta 1939, tuvo un crecimiento notable en los años siguientes, al punto de que para 1950, el país había recuperado -e incluso superado en algunos casos- los índices macroeconómicos históricos que la crisis del 29 derrumbó.
Jorge Alessandri fue activo partícipe de los acontecimientos que agitaban al país. Fue Ministro de Hacienda de González Videla, entre 1947 y 1950, hasta que renunció por divergencias con el Presidente. Cuando llegó en 1958 a la Primera Magistratura, su meta era desarrollar una gestión pública marcada por el orden y la eficiencia.
La huella de Alessandri es difícil de dimensionar. Puso toda su inteligencia, experiencia profesional y constancia al servicio de la empresa; cuidó de sus detalles y la hizo crecer sostenidamente. Durante su gestión, CMPC se convirtió en un gran complejo industrial. Esa fue su etapa netamente ejecutiva; después de su paso por la Presidencia de la República, volvió a asumir la presidencia del directorio, esta vez preocupado de los lineamientos generales, como él mismo recalcaba. Llama la atención que luego de haber ocupado el máximo cargo de una nación, a los 68 años, decidiera reincorporarse a CMPC.
Muchos lo tildan de visionario. Entre ellos, su más estrecho colaborador, Ernesto Ayala. "Tenía una condición muy especial para proyectarse hacia el futuro, dilucidaba bien lo que iba a pasar. Ubicaba al poco rato cuál era la situación. Era muy buen estratega -aunque entonces no se usaba esa palabra- pero manejó muy bien la Compañía e hizo movidas vitales para su crecimiento a futuro. Era un hombre que tenía la seriedad como norma intransable, incapaz de hacer ninguna cosa si no era exacta, de lógica secuencial".Era también muy previsor, como lo demuestran sus ideas para sobrellevar los contratiempos económicos derivados de la Segunda Guerra Mundial. Recién llegado a la empresa, estalló el conflicto. CMPC se abastecía en un 50% de materia prima sueca y finlandesa, que luego de la invasión a Noruega no pudo seguir llegando. Así, hubo que buscar celulosa en Estados Unidos y Canadá. Además, ésta se encareció y hubo dificultades para importar papel. Ante esta realidad, optó por el alza moderada de los precios del papel y el restablecimiento del "trabajo de los días domingo", para incrementar la producción. Las medidas fueron exitosas, pero lo más importante fue la lección: desde ese momento había que proveerse adecuadamente de materia prima, es decir, tener stocks para enfrentar las crisis.
En el plano forestal, ya en 1940, La Papelera había dado un paso importante al adquirir el predio Los Pinares, cerca de Concepción, con una de las reservas más importantes de pino insigne de la región.
En 1942 se llegó a un acuerdo con los accionistas de la Compañía Chilena de Celulosa y Papel S.A. para adquirir esa sociedad, en manos de capitales valdivianos, lo que implicaba incorporar a CMPC instalaciones en la ciudad sureña que registraban serios atrasos en su puesta en marcha por no entrega de equipos importados. Ese año la Compañía, con sus 9 máquinas papeleras, abastecía prácticamente la totalidad del mercado interno de los papeles de impresión y envolver. Además, proporcionaba a los diarios, parte importante del que usaban en sus ediciones.
Un balance de 1947, señala que esta empresa que nació a la vida industrial con un capital de $900 mil contaba ya con un capital suscrito de $165 millones. Con todas las modernizaciones, se había llegado a una producción de 35 mil toneladas anuales de papel, que se esperaban mejorar con la instalación de la nueva máquina 10, la cual -se calculaba- iba a producir más o menos 15 toneladas diarias de papel.
A comienzos de 1951, CMPC tomó la decisión de construir una fábrica de celulosa (con una capacidad de 90 a 100 toneladas diarias) y otra de papel de diario, de 44 mil toneladas. De inmediato se inició la búsqueda de terrenos y muy luego, los trabajos preliminares en San Pedro (Concepción) y Laja.
Cuando Alessandri dejó la Presidencia de la Papelera para asumir la Primera Magistratura, en septiembre de 1958, la Compañía era 4,3 veces más grande que en 1938; el número de accionistas había aumentado en el mismo período de 500 a 16 mil personas; la capacidad de producción creció, sumando papel y fibras, de 60 mil a 275 mil toneladas anuales; la productividad mejoró de 17 a 43 toneladas por hombre al año y la empresa había logrado abastecerse por completo de materias primas puramente nacionales. Para entonces, el personal de la Compañía –obreros y empleados- era de 5.105 trabajadores, de los cuales 2.407 laboraba en plantas de operación. La empresa tenía construidas 1.013 habitaciones: una casa por cada 3.2 personas, proporción muy favorable por tratarse de plantas en centros poblados.
Pero sin lugar a dudas, el mayor aporte de Alessandri a la Compañía fue la habilitación de las dos fábricas del Sur -Laja y Bío Bío-, que generaron divisas por US$15 millones al año y constituyeron en su momento, una de las más grandes inversiones industriales emprendidas por capitales chilenos sin aportes estatales. Desde entonces se dio "el gran salto" que consolidó a CMPC como una de las mayores empresas del país. Para mayor información y fotos ver:
http://www.cmpc.cl/esp/nuestra_com/historia_p2.htm
Don Jorge Alessandri y la CMPC , Rodrigo González Fernández . consultajuridica.blogspot.com
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5:55 AM
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